jueves, 9 de diciembre de 2010

Bla, bla bla...


Escuchar definitivamente no se parece a oír. Mirame, escuchame, pero prestame atención.

Te digo, te digo verdades que escupe el alma, son puras y honestas como el dolor que las hizo blancas.

Promesas de deseos, de amores, de proyectos, de actitudes, de curas para corazones rotos, para ideas profanadas por el rencor.

Creer es como perdonar, divino. Digno de ser admirado, respetado, y de conmover.

Entre tantas palabras que digo, escucho, escribo y leo, concluyo en convicciones.

Las palabras útiles crearían amor, aún si carecieran de sentido juntas. Te llevarían a lo que estamos buscando en la vida, porque todos vivimos para llegar al amor en sus formas más extrañas, en la que sea que podamos atrapar. Hasta aceptaríamos algo que se le parezca si es necesario para vivir.

Aún si no fuera inmediatamente, si sólo plantaran una semilla de una idea para llegar allá. Aún así valdría la pena decirlas.

Las palabras inútiles crearían odio, aún siendo verdades inevitables, irrefutables. Te llevarían a lo que todos le estamos escapando, porque a todos nos alcanzó alguna vez y nos hizo conocer como se ensucia el alma.

Un total desperdicio.

Lo que importa es tan fuerte, es tan obvio a veces, que empieza a perder el sentido y a volverse loco... y es cuando es más hermoso.

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